Eduardo Méndez Navarro

Eduardo Méndez Navarro supo desde bien temprano que su destino era representar el mundo desde el pincel o los formatos que demanden su intelecto. Sus primeros acercamientos en un centro docente dedicado al aprendizaje de la labor creativa fueron en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. Luego se dedicó a la docencia como profesor, sin abandonar aquel tesoro que significa la comunión con las artes visuales.

El contacto de Méndez Navarro con la artesanía artística, desde edades tempranas, le ha permitido originar múltiples nacimientos trabajando la escultura modulada en piel, donde el resultado lleva la fuerza de la originalidad y el asombro. Así ha llevado a la escultura importantes figuras del arte universal como Salvador Dalí, Pablo Picasso, Don Quijote, Sancho Panza, el icónico personaje de Charlot de Charles Chaplin, donde las poses, el complemento de las formas, los gestos y las miradas develan el carácter, la nobleza o la osadía de cada representación.

Cuerpos, pieles y detalles permiten conectar con lo furtivo de las morfologías, con la elegancia que llevan el peso de la historia contenida en las figuras e historias recreadas por el artista. De ahí la bendita concreción de las artes para lograr un resultado decoroso.

Las obras de Méndez Navarro son también un testimonio de la grandeza de mentes capaces de estremecer el tiempo. Sus figuras parecen habitar la tranquilidad, la pausa y el instante preciso donde contenemos el universo dentro.

Podemos hablar también de un grado significativo de precisión en sus personajes, simulando con creces la realidad y por momentos incluso hasta puede suplantarla, mejorarla y mutar hacia una esencia superior, en el hecho de tener frente a frente lo que a veces pasa inadvertido en la vida cotidiana.

Con influencias de la masonería en su vida, se observa además un carácter humanista en su creación, en el hecho de asumir el arte como una comunión con la memoria y el presente.

Méndez Navarro trabaja la pintura, donde recrea temas sociales y políticos, así como la niñez vista como el período definitorio para el mañana y sus promesas. Las primeras edades son abordadas por el artista como un gesto visual que contiene en su génesis el peso histórico del futuro, la esperanza, la alegría en las pequeñas vivencias furtivas. En ese afán se vale del carboncillo con una expresividad majestuosa y dominante para los sentidos.

Frase del artista: “Para mí el artista es como un traductor de sentimientos y emociones y la forma en que los traduce es a través de lo que hace”.



 

 

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Eduardo Méndez Navarro supo desde bien temprano que su destino era representar el mundo desde el pincel o los formatos que demanden su intelecto. Sus primeros acercamientos en un centro docente dedicado al aprendizaje de la labor creativa fueron en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. Luego se dedicó a la docencia como profesor, sin abandonar aquel tesoro que significa la comunión con las artes visuales.

El contacto de Méndez Navarro con la artesanía artística, desde edades tempranas, le ha permitido originar múltiples nacimientos trabajando la escultura modulada en piel, donde el resultado lleva la fuerza de la originalidad y el asombro. Así ha llevado a la escultura importantes figuras del arte universal como Salvador Dalí, Pablo Picasso, Don Quijote, Sancho Panza, el icónico personaje de Charlot de Charles Chaplin, donde las poses, el complemento de las formas, los gestos y las miradas develan el carácter, la nobleza o la osadía de cada representación.

Cuerpos, pieles y detalles permiten conectar con lo furtivo de las morfologías, con la elegancia que llevan el peso de la historia contenida en las figuras e historias recreadas por el artista. De ahí la bendita concreción de las artes para lograr un resultado decoroso.

Las obras de Méndez Navarro son también un testimonio de la grandeza de mentes capaces de estremecer el tiempo. Sus figuras parecen habitar la tranquilidad, la pausa y el instante preciso donde contenemos el universo dentro.

Podemos hablar también de un grado significativo de precisión en sus personajes, simulando con creces la realidad y por momentos incluso hasta puede suplantarla, mejorarla y mutar hacia una esencia superior, en el hecho de tener frente a frente lo que a veces pasa inadvertido en la vida cotidiana.

Con influencias de la masonería en su vida, se observa además un carácter humanista en su creación, en el hecho de asumir el arte como una comunión con la memoria y el presente.

Méndez Navarro trabaja la pintura, donde recrea temas sociales y políticos, así como la niñez vista como el período definitorio para el mañana y sus promesas. Las primeras edades son abordadas por el artista como un gesto visual que contiene en su génesis el peso histórico del futuro, la esperanza, la alegría en las pequeñas vivencias furtivas. En ese afán se vale del carboncillo con una expresividad majestuosa y dominante para los sentidos.

Frase del artista: “Para mí el artista es como un traductor de sentimientos y emociones y la forma en que los traduce es a través de lo que hace”.